Arturo Andrés Roig. Foto: Bulletin de l'Institut Français d'Études Andines. |
por Fernando G. Toledo
La muerte del filósofo mendocino Arturo Andrés Roig representa una pérdida de consecuencias difíciles de medir para una provincia como la nuestra, tierra que no se ha caracterizado por dar al planeta nombres referenciales en el ámbito de la filosofía.
En este sentido, el lugar que ocupaba Roig para la cultura filosófica era excepcional.
Nacido en Mendoza en 1922, hermano gemelo de Fidel (destacado ingeniero agrónomo que murió en noviembre de 2008), Arturo, quien falleció el lunes (30 de abril de 2012), egresó como profesor de Filosofía de la Universidad Nacional de Cuyo en el año 1949, un año clave para la actividad filosófica académica en nuestra provincia si se tiene en cuenta que esta fue sede en esa época del Primer Congreso Nacional de Filosofía.
La andadura académica de Roig es realmente notable y el recorrido por las universidades en que enseñó habla a las claras de su importancia: fue titular de cátedra en la UNCuyo, la Universidad Autónoma de México y la Universidad Central del Ecuador, en la Pontificia Universidad Católica de Quito. Como parte de sus aportes institucionales a Mendoza, fundó y dirigió el Centro Regional de Investigaciones Científicas (CRICYT, actual CONICET) y el Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales de ese mismo centro.
El filósofo mendocino también fue objeto de numerosas distinciones, entre las que se puede nombrar el doctorado honoris causa de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, de la Universidad Nacional de Río Cuarto (Córdoba), de la Universidad Nacional del Comahue (Neuquén, Río Negro y Chubut), Universidad del Zulia (Venezuela) y la Universidad Nacional de San Luis. También fue nombrado profesor emérito de la UNCuyo, reconocido con el Diploma al Mérito en Ética por la Fundación Kónex y reconocido como «educador ilustre» por la DGE local.
Además, la Universidad de Guadalajara (México) publicó un libro en su homenaje, titulado Arturo Andrés Roig, filósofo e historiador de las ideas, mientras que la Universidad de Santo Tomás (Colombia) le dedicó todo un número de su revista Análisis. Además, la Feria del Libro local, en 2008, estuvo dedicada a su figura y llevó el nombre de uno de sus libros fundamentales: Mendoza en sus letras y sus ideas.
Aunque se jubiló en 1985, Arturo Roig siguió enseñando y asesorando, sobre todo en lo que él mismo consideraba «su» campo: la Historia de las Ideas en América Latina. Un término, aclaraba él, «que no todos aceptan, sobre todo las comunidades indígenas de nuestro continente, ya que a veces de lo que se trata cuando se habla de esto es de hablar de las ideas europeas en América Latina y no las ideas propias del continente».
La llegada de la dictadura militar, en 1976, representó para Roig el exilio a Ecuador y a México. Esto determinó paradójicamente, por contrapartida de la expulsión de su propio país, el reconocimiento fuera de las fronteras nacionales y el ahondamiento de su interés por la problemática continental. Así lo consideró Arturo Somoza, rector de la UNCuyo, al observar que «el exilio forzado lo volvió un referente mundial, lo cual le permitió formar muchos discípulos».
La preocupación por el pensamiento desarrollado en América marcó su andadura. Marisa Muñoz, una de sus más destacadas discípulas, ha escrito que el interés de Roig se centró en las categorías de «moralidad» y «eticidad» y que en su tarea de recuperación crítica de los escritores de Latinoamérica se vio obligado a un doble esfuerzo: el de «desentrañar la estructura teórica de estas categorías y, por el otro, ver cómo han jugado las mismas en la constitución histórica del sujeto latinoamericano».
Con ese interés latinoamericanista como eje, Roig se dedicó a reflexionar sobre los conflictos de interés tradicionalmente filosófico, como los de las contradicciones entre capital y trabajo, marginalidad y centralidad, lo público y lo privado. Así lo mostró en obras como Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano y El pensamiento latinoamericano y su aventura, que constituyen dos de sus más grandes aportes.
En cierto modo, Roig buscó romper algunas tendencias académicas propias de su tiempo. Al ya de por sí peculiar interés por ahondar en el pensamiento latinoamericano, le sumó una voluntad por variar el enfoque de los temas a tratar. Así lo expresó el mismo en una recordada conferencia en 2006, como introducción a la entrega de los premios Vendimia de ese año, al decir que «mientras que en las facultades predominaba una influencia aristotélica, en muchos casos mediada por el filtro de Santo Tomás de Aquino y toda la filosofía católica, yo me rebelé y decidí volver a Platón. Así que me considero platónico».
Platón, Hegel, Kant y Marx serían sus grandes influencias. «Ese trasfondo intelectual le hace partir (…) desde la capacidad del hombre de hacer experiencias y de sus experiencias fácticas en la historia, pero por el otro lado su perspectiva no se reduce a los meros hechos. Incluye también las posibilidades no realizadas en una situación histórica específica, lo no completado deber-ser y querer-ser de los sujetos» dijo Günther Mahr, quien fue autor de un artículo sobre «el aporte de Arturo Andrés Roig a la filosofía contemporánea».
Como supo escribir en uno de sus libros, para Roig el filosofar era también, y esencialmente, una «aventura». Y, muy especialmente, filosofar desde América Latina, porque como dijo, al hablar de otros como si hablara de sí mismo: «La filosofía latinoamericana (…) es el pensar de un sujeto construido a partir de una afirmación constante de su propia subjetividad a través de la cual se objetiva. Se trata de una filosofía que no se ocupa del ser (…) sino del modo de ser de un humano determinado en relación con aquella objetivación (…). De ahí surge un filosofar cuyo discurso ha sido constantemente diagnóstico, denuncia, proyecto y compromiso».
En síntesis
Arturo Roig nació en Mendoza en 1922.
Entre sus libros más de treinta libros se cuentan Los krausistas argentinos (1969), Platón o la filosofía como libertad y expectativa (1972), Filosofía, universidad y filósofos en América Latina (1981) y Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano (1981).
También publicó Bolivarismo y filosofía latinoamericana (1984), Rostro y filosofía de América Latina (1993), El pensamiento latinoamericano y su aventura (1994, ampliado en 2008) y Mendoza en sus letras y sus ideas (2005 y 2009).
Publicado el 1 de mayo de 2012