lunes, 27 de septiembre de 2010

Noche de tango y orquesta

Fue de menos a más. Como si hiciera falta calentar los dedos, las cuerdas, el pecho. El compositor y bandoneonista Daniel Binelli y la Filarmónica de Mendoza brindaron un concierto tachonado de tangos en versión sinfónica, en el que tras un comienzo tibio consiguieron seducir, a fuerza de bellas partituras, al puñado de espectadores que asistieron, el viernes [24 de setiembre de 2010], al Independencia.
El concierto comenzó con Binelli asumiendo el rol de maestro de ceremonias, en divertidas y didácticas introducciones a cada una de las partituras a interpretar. Y el concierto comenzó con un verdadero desafío: Noche y bandoneón, de la mendocina Adriana Figueroa, para bandoneón, orquesta de cuerdas y timbales, que representó un estreno mundial.
Y más allá de que la obra pareció signada por los «nervios del debut» y que hasta pudo haber mostrar a la compositora y a los intérpretes que no vendría mal una reinstrumentación que resalte mejor los contrapuntos, la orquesta misma no pareció ni cómoda ni concentrada en esta interpretación.
Pasado el desafío, llegaron los Tres movimientos concertantes del propio Binelli, obra que, sin ser «pirotécnica», permite admirar el talento del solista con su bandoneón, especialmente en el inspirado Adagio.
Tras una versión arreglada de El choclo, se pasó a un descanso y luego, llegó lo mejor. Pues en esta segunda parte, la música de Astor Piazzolla elevó al público y a la orquesta a otro nivel: el de la excelencia. Por ejemplo, en la bella suite Five Tango Sensations (original para cuarteto de cuerdas y fuelle), lo mejor de la noche sin dudas, y en Metrópolis, pieza breve, y expresionista del propio Binelli. Con una osada versión del Libertango de Astor (con cuyo arreglo Binelli intercambió de a ratos los roles originales de las cuerdas al bandoneón, y viceversa), se preparó el final. Con La cumparsita y una Amadio dispuesta a exacerbar la emoción, el concierto concluyó un recorrido heterogéneo y dispar por tangos diversos, capaz de dejar el corazón en la mano.

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