Pero si bien eso ya no es novedad, y sólo ocasionalmente (cuando se arruina el pasto del campo, sobre todo) genera conflictos, lo visto el lunes pasado en el teatro Independencia sí sorprendió yespantó a muchos.
Y es que la bella «sala mayor» oficial fue usada para la presentación de un automóvil, el Chevrolet Agile, a cargo de la firma fabricante, General Motors. El Independencia a veces es alquilado para eventos privados, no siempre artísticos, pero lo que se hace, o debería hacerse, es cobrar, y bien, por esa transgresión al concepto para el que fue concebido tal lugar.
En este caso sucedió todo lo contrario. La presentación no fue cobrada por el Estado más que por un «canje», insólito por lo demás y surgido de la iniciativa del secretario de Cultura Ricardo Scollo. Consistió en pedir a cambio de la entrega de un automóvil Chevrolet Corsa Classic (no se sabe si el base, que cuesta en el mercado unos $35 mil o el Wagon especial, que sale $46 mil), para regalárselo a la próxima reina de la Vendimia.
La decisión es cuanto menos ridícula. Lo mismo le pareció, se ve, al propio director del teatro, Fabricio Centorbi, quien dijo a Diario UNO haber estado «al principio» (¿sólo al principio?) en desacuerdo con la decisión de Scollo, aunque se tranquilizó al saber que al menos el escenario no corría riesgo de los daños que significa subir un coche a las tablas.
Ridícula decisión, decíamos, por cuestiones tan simples que parecería innecesario enumerar: ¿no es una empresa como General Motors tan solvente como para pagar el alquiler en dinero que el Independencia exija? ¿Qué necesidad había de pedir un automóvil para regalarle a la reina vendimial, cuando años antes ese regalo lo han hecho empresas privadas? ¿Por qué no reparar en el hecho de que si el Corsa Classic se vende a los precios antes indicados no es el precio que le cuesta realmente a la fábrica de autos? El año pasado, el teatro cobró $64 mil a una empresa estadounidense (como General Motors) por el alquiler de sala y orquesta para un «concierto navideño». Un uso razonable para la sala y cobrado como se debe, aunque la plata se usara después quién sabe para qué, menos para el propio Independencia.
Si Scollo piensa que ésta es una manera de que su secretaría ande «sobre ruedas» pues a nadie le hace gracia este modo suyo de entender la metáfora.
Fernando G. Toledo
Articulo en Diario UNO.
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