miércoles, 13 de julio de 2011

Contradicción sofisticada




Por Fernando G. Toledo


Swordfish
empieza con una ironía sospechosa: un comentario cinematográfico a Tarde de perros, film de 1976 al que Gabriel Shear (John Travolta) le critica cierta falta de espectacularidad que hoy sería impensable. Plantar desde la primera escena a una película en el estricto terreno de lo cinematográfico parece un buen signo. La clave sería mantener ese espíritu en los 100 minutos de la historia.
Fantasía caótica y petulante, Swordfish narra la historia del hacker Stan Jobson (Hugh Jackman), quien debió pagar con prisión su burla a un sistema de segundad prohibido y ahora es contactado por el misterioso Gabriel y su bella coequiper Ginger (Halle Berry), para una misión que le deportará el dinero suficiente para aspirar a pagar un abogado que le permita ver a su hijita.
El asunto se complica cuando Jobson descubre que el dinero que quiere conseguir Gabriel a través suyo pertenece a fondos ilegales del gobierno: miles de millones de dólares que pondrían en peligro a cualquiera.
Las dosis de efectos especiales al estilo Matrix, las adrenalínicas persecuciones automovilísticas y el derroche de trajes Armani le dan a Sworfish un toque de sofisticación que no oculta su torpeza narrativa. Así como la obvia inspiración en Los sospechosos de siempre no se ve recompensada por ningún hallazgo estético, el injerto de discurso político de algunos fragmentos del film se plaga de contradiciones obvias (la cinta critica la corrupción polftica, pero acentúa la felicidad del protagonista gracias al enriquecimiento con dinero de los maleantes), que creíamos serían evitadas, a juzgar por el interesante prólogo sobre Tarde de perros.
En su reciente visita a la Argentina, Hugh Jackman no tuvo empacho en calificar de “simple y pasatista” a este film tan exuberante como entretenido. Si ese desenfado hubiera sido una premisa de Sena, quizá Swordfish tendría un encanto diferente, un efecto más duradero en la memoria de los espectadores.

Publicado en Escenario de Diario UNO el 18 de agosto de 2011

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