miércoles, 13 de julio de 2011

Crecer les sienta mal


Por Fernando G. Toledo

Rugrats en París. Título original: Rugrats in Paris. Dirección: Stig Bergqvist y Paul Demeyer. Guión: Atiene Klasky, Gabor Csupo y Paul Germain. Origen: EEUU. Año: 2000. Género: Comedia animada.

Personajes queribles como pocos, plagados de riquezas espirituales y paradigmas de los que habitan la infancia (la “patria del alma”), los Rugrats han encantado a buena parte del planeta desde su aparición, en la señal infantil Nickelodeon.
Cuando hace un par de años la banda de bebés traviesos saltó a la pantalla grande, los papás (esos que acompañan gustosos a sus hijos al cine para estas ocasiones) experimentaron una mezcla de sentimientos, un poco porque se sumaba un nuevo personaje a la saga (el bebé Dil) y otro tanto porque —quién sabe por qué— el sabor no era el mismo.
Rugrats en París viene a demostrar cuánto encanto puede perder esta serie animada creada por Klasky y Csupor cuando (como los niños) le toca crecer, en este caso en dimensiones de pantalla. La historia lleva atropelladamente a los chicos todos, junto a sus papás, al París del monstruo preferido de los bebitos, Reptar.
Pero aquello que parece esencial en el concepto de los Rugrats desaparece en la cinta, y es esa enorme dimensión que alcanza cada personaje (Carlitos, Tommy, Fili y Uli, hasta Firulais) con el correr de los capítulos. En este caso, el ansia de apostar a mayores trabajos de imágenes (respetando, eso sí, el carácter caricaturesco y antirrealista del dibujo) parece eclipsar el desarrollo de las personalidades de los niños.
Por si fuera poco, otro de los puntales del éxito de la tira (cómo los chicos inventan su propia aventura, con esa magnificación que su inocencia infantil hace de lo cotidiano) desaparece aquí, para dar paso a problemas reales, pero mucho menos atractivos.
Que se centre toda la historia en la búsqueda de una mamá para Carlitos, con el peligroso vuelco hacia lo sentimentaloide, termina de redondear lo fallido de esta incursión de los Rugrats en el cine. Eso sí: nada hace olvidar las hermosas aventuras en pañales que estos chicos ofrecen, día a día, en la tele, un paraíso más acorde con el tamaño de sus protagonistas.

Publicado en Escenario de Diario UNO el 14 de julio de 2001.

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