martes, 12 de julio de 2011

No pasa nada



Por Fernando G. Toledo

Hollywood premió un año más su producción en serie y eligió como última mejor película del siglo a Shakespeare apasionado, demostrando que deberá esperarse hasta el tercer milenio para que algún atisbo de la sensatez que se le ha reclamado asome por su glamorosa ceremonia.
Esta ha sido la premiación más demagógica, pero también la más polémica. Claro: Spielberg es considerado el mejor director, pero ya que Shakespeare… consiguió tanto éxito en las taquillas y la compañía Miramax generó tan buen trabajo de prensa, la Academia de Hollywood prefirió conformar a ambos bandos con estatuillas dudosamente duplicadas (¿la mejor película no la hace el mejor director?).
Por otra parte, a pesar de que The Truman Show es uno de los mejores guiones originales de los últimos tiempos (cuando no la mejor película), la falsa intertextualidad de Shakespeare… obnubiló a los premiadores y generó una más de las tantas deudas históricas que pasan a acrecentar el déficit artístico del oficialismo hollywoodense.
Fue una ceremonia en la que Benigni (creador de una película sublime, profunda y poética como La vida es bella) jugó demasiado su papel de tano simpático al que los yanquis le hacían la venia y puso su talento de payaso al servicio de promocionar su propio personaje, lo cual –aun a pesar de su simpatía arrolladora– jugó en contra de su credibilidad.
Fue el año en que La delgada línea roja demostraba cómo, desde dentro del sistema, puede construirse una obra personal y salida de los moldes, pero nada de eso merecía otro premio que las nominaciones.
Fue, finalmente, el año en que a ese gran director que fue Elia Kazan se lo debió premiar como si nada pasara. Sin que ningún discurso reflejara la contradicción que despierta su figura (delatora de los comunistas en tiempos del maccartismo), y sólo los más convencidos se resitieran a aplaudirlo. Este es el Hollywood que premia a Shakespeare apasionado para que sólo los más convencidos se resistan a aplaudirlo. Este estado próximo a la hipocresía es el que ha elegido Hollywood para legar al milenio que ya nos aborda.


Artículo publicado el martes 23 de marzo de 1999, en el suplemento Revista de Diario UNO, a propósito de la 71ª edición de los premios Oscar.

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