miércoles, 13 de julio de 2011
El reinado de la fusión
Por Fernando G. Toledo
La gran música, se sabe, es inmortal. Esa perennidad de las melodías clásicas (las de Mozart, Beethoven, Bach) es fuente de inspiración de las generaciones de músicos de todos los tiempos. En tiempos de fusión, era inevitable que esas partituras perfectas —e imperfectibles— sucumbieran ante la tentación de ponerlas bajo el sudor sin par del flamenco, la música de raíces arábigas y propiedad de nuestra madre patria, España.
El encargado de llevar a cabo esta empresa en Fantasía flamenca es Gustavo Montesano, argentino radicado hace tiempo en Madrid (y ex integrante de los grupos Crucis y Olé Olé) y guitarrista virtuoso que ha puesto aquí su instrumento al servicio de una tarea interesantísima. Junto a la Royal Philharmonic Orchestra de Londres (conducida por Carlos Gómez), Montesano le pone palmas, jaleos y guitarras a melodías celebrísimas como la Sonata «Claro de luna» (Beethoven), la Sinfonía Nº 40 (Mozart) o el Bolero (Ravel), consiguiendo un resultado sorprendente, que el mismo músico justifica en la idea de que estos compositores fueron influidos por la música del Cercano Oriente, la misma que derivó, luego de la invasión de los moros a la península Ibérica, en el flamenco que todos conocemos. Claro que esta osadía tiene su precio. A riesgo de sonar purista, es evidente que nada suena mejor que la música tal y como la concibieron sus creadores. La muestra aquí está en que lo único que queda es la melodía pura, casi desvirtuada, y en las sucesivas pasadas del CD, llega tarde o temprano la monotonía. Un precio módico para la sorpresa que ofrece en los primeros acordes este disco para tener en cuenta.
Publicado en Escenario de Diario UNO, el 8 de junio de 2001.
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